Hacía mucho que Juan Luis conocía, por extendido y oído, aquel viejo y, para él, extraño dicho que afirmaba: “Resulta más fácil vivir en contra de”…
Juan Luis lo calificaba de extraño porque siempre había imaginado que aquel antiguo dicho era una forma irónica y paradójica de afirmar y confirmar todo lo contrario: “Resulta más fácil vivir a favor de”…
Y es que, de entrada, para Juan Luis, parecía más lógico y razonable considerar que “vivir a favor” conllevaría, siempre, indudables ventajas y comodidades, derivadas, fundamentalmente, de las amplias y numerosas seguridades que dicha forma de vivir suele comportar y aportar…
Y las seguridades, para un ser tan inseguro como el ser humano, más que un bien, o un valor, Juan Luis las calificaba, sobre todo, como una necesidad…
Sin embargo, y a pesar de ello, a lo largo de los años, Juan Luis había podido comprobar, y hasta experimentar, que, en muchas ocasiones, “vivir en contra” podía representar, también, una rica fuente de todo tipo de seguridades… más o menos diferentes o más o menos similares… pero, al fin y al cabo, seguridades capaces de proporcionar tantas comodidades (y a veces, quizás más), como “vivir a favor”…
Para llegar a estas consideraciones, Juan Luis no había necesitado grandes estudios, ni profundos análisis, ni costosos esfuerzos (no era lo suyo)… Tampoco había necesitado recurrir a relevantes y flagrantes ejemplos y modelos de la vida colectiva e individual, de todas las sociedades y de todos los tiempos… grupos y tendencias políticas que viven mejor en la oposición y cambian cuando llegan al poder… jóvenes que pierden su identidad en cuanto empiezan a asumir, mínimamente, su papel de adulto… o generaciones enteras que fueron enterradas y olvidadas, porque, queriendo o sin querer, decidieron o les tocó “vivir en contra”…
No, Juan Luis es más simple y más sencillo (del montón, suele decir él)… Aficionado, desde pequeño, al cine de ficción (como si hubiese alguno que no lo fuera), Juan Luis ha ido elaborando y confirmando, poco a poco, y gracias a los innumerables minutos cinematográficos contemplados, esta inquietante y enigmática realidad: ¿Qué hubiera sido o sería de todos aquellos héroes y superhéroes, sin sus antagonistas, malvados y villanos (y viceversa), que les proporcionaban (tanto a unos como a los otros), la posibilidad de “vivir en contra”?... Sin ellos, ¿acabarían Supermán, Batman o Skywalker, llevando los niños al cole y preparando barbacoas los fines de semana?.. ¿o acabarían con una depresión de caballo, fumando y dándose a la bebida?...
Hace pocos días, Juan Luis me comentaba, algo desanimado, que, desgraciadamente para él, las pelis de ficción, poco o nada aportaban a tan delicado y transcendental tema… -lo suelen dejar, siempre, para la más que posible y siguiente entrega- apostillaba…
Tratando de aliviar, en algo, sus profundas y comprensibles tribulaciones, me animé a expresarle y compartir algún matiz a sus inquietudes:
-Es bastante probable que tanto vivir en contra, como a favor, puedan comportar las mismas o similares actitudes y consecuencias… y por tanto, ser susceptibles de recibir las mismas o similares valoraciones… Lo realmente importante, quizás debería estar en la naturaleza de aquello respecto a lo que uno decide “vivir en contra o a favor” (y en los porqués y en los cuándos)…ahí, probablemente, resida lo complejo, lo difícil y lo incómodo… porque una de las grandes ventajas comunes a ambas formas de vivir, quizás sea que te facilitan el no tener que pensar excesivamente y a todas horas… y decidir, aún menos…
Mirándome con cara de cierta interrogación, algo de escepticismo y bastante ironía, Juan Luis replicó dejando una pregunta lógica en el aire:
-¿Pensar?, ¿a favor o en contra?...
Mirándole con una sonrisa cómplice, contesté lo primero (y probablemente, lo único) que podía contestar a aquella pregunta:
-Pensar, mejor A la contra… lo de vivir, depende… ¡vivir, ya es otra cosa!...