viernes, 27 de agosto de 2010

¿QUIENES SOMOS?

Me gustaría pensar que "somos lo que queremos ser"..
Desearía poder decir que creo que "somos el resultado de decisiones propias y personales (acertadas o equivocadas)"..
Pero si lo hiciera.. igual no sería muy sincero, ni muy realista, ni muy racional..

Porque para ello, tendría que dar por hecho dos condiciones esenciales:
  • Que somos libres..
  • Y que tenemos capacidad para ejercer esa supuesta libertad..
Pero hace mucho que creo que ambas condiciones, la libertad y la capacidad para ejercerla, son una Utopía... y no una Realidad. Una utopía necesaria, básica y fundamental, a la que hay que aspirar y por la que hay que trabajar, cada día y en cada ámbito y rincón de nuestras vidas... pero una utopía que nunca será una realidad, fundamentalmente porque creo, como afirmaba R. Garaudí, que "la libertad de los otros, es condición imprescindible de la libertad personal", y por tanto la libertad individual difícilmente puede existir, si no está enmarcada en una libertad colectiva y universal.

Es cierto que en ese utópico camino hacia la libertad, hay o puede haber individuos, grupos o sistemas de convivencia más avanzados y más libres que otros... Pero creo que estamos, aún, muy (pero que muy) en los inicios de dicho camino.. Y no creo (ni tan siquiera a largo plazo), que nuestro avance vaya a ser espectacular... ni notable... quizás ni tan siquiera apreciable.. Eso por no hablar de los continuos retrocesos y obstáculos que muchos se empeñan en imponernos a todos, por miedo, por ignorancia, por estupidez.. o lo que es aún más despreciable, por mantener sus intereses y privilegios..
Y si no somos libres, ¿QUÉ o QUIENES somos entonces?... La respuesta más adecuada que encuentro a esta compleja pregunta, quizás sería que "Somos lo que los demás determinan que seamos, lo que los demás nos dicen que somos"..

Los habitantes de la América precolombina, o los habitantes del África central o subsahariana, nunca fueron "indios" o "negros" hasta la llegada a sus tierras del "hombre blanco occidental" (incluso el término "indio" responde a un error histórico-geográfico); y lo que es mucho más importante, aquellos habitantes, hasta aquel momento, nunca hubieran podido sospechar las terribles consecuencias que iban a suponer (para su presente y su futuro), su consideración como "tales".

Sin necesidad de irnos tan atrás, ni tan lejos, en el espacio y el tiempo, no resulta difícil constatar esta realidad:

  • Uno es bajo, o rubio, o delgado, o joven, o enfermo, o guapo... porque hay otros que son altos, o morenos, o gordos, o ancianos, o sanos, o feos... (y viceversa).
Este Relativismo existencial ("ser en relación al otro"), y este Determinismo ("ser como consecuencia del otro"), no sólo afecta a aspectos más o menos físicos, formales y estéticos... Creo que afecta a casi todos los aspectos importantes de nuestra existencia:
  • Afecta a nuestro carácter y estados de ánimo: Uno es (o está) feliz, o aburrido, o paciente, o pragmático, o pesimista, o emprendedor... porque hay otros que son (o están) tristes, o divertidos, o ansiosos, o soñadores, u optimistas, o pasivos... (y viceversa).
  • Afecta a nuestros valores ideológicos y sociales: Uno es pobre, o empresario, o perdedor, o de derechas, o inmigrante, o machista, o ecologista... porque hay otros que son ricos, o trabajadores, o triunfadores, o de izquierdas, o nativos/nacionalizados, o feministas, o enemigos del medio ambiente... (y viceversa).
  • Afecta, incluso, a nuestros valores éticos y morales: Uno es creyente, o egoísta, o pacifista, o intolerante, u honrado... porque hay otros que son no-creyentes, o solidarios, o violentos, o comprensivos, o delincuentes... (y viceversa). Incluso yendo un poco más allá, la "bondad" y los "buenos" existen simplemente porque existen la "maldad" y los "malos"... (y viceversa).
Por supuesto, no suelen existir reglas o normas fijas, universales y objetivas que establezcan estas divisiones.. y que, por tanto, nos clasifiquen y nos definan.. Son, casi siempre, los demás, quienes establecen, a través de múltiples mecanismos, dichas normas... ! y son, por tanto, los demás, quienes nos acaban definiendo!

Dichos mecanismos, a veces son claros y sencillos, y a veces, son tremendamente complejos:

Los más frecuentes y determinantes son los establecidos "desde y por el Poder", bien sea el poder de unas minorías (dictaduras, oligarquías económicas y políticas, jerarquías religiosas, medios de comunicación y líderes de opinión, organismos de expertos...), bien sea el poder de unas mayorías (democracias, tradiciones y costumbres, sistemas educativos, principios y valores colectivos, leyes y normas de convivencia...).

Pero dichos mecanismos también se establecen desde instancias mucho más cercanas (y no por ello más comprensibles), como los sentimientos, las emociones, las responsabilidades, las obligaciones, las dependencias... Las relaciones en la pareja, la familia, el trabajo o los amigos, son un buen ejemplo de dichos mecanismos de "definición del individuo".

Y tanto en unos mecanismos como en otros, lo más significativo es que el individuo, como tal, tiene poco que decir (y con frecuencia, nada)..
Por supuesto que siempre queda el camino de la Rebelión, de la NO-aceptación de "ser definido y determinado" sólo y siempre por los demás.. pero este camino es siempre bastante duro y difícil.. lleno de obstáculos e incomprensiones.. !y con frecuencia estéril y frustrante!.. Por tanto no es un camino que yo me atreviera a recomendar a ninguna persona querida (ni tan siquiera a ninguna persona desconocida).. Claro que, por otro lado, gracias a que algunos decidieron y deciden emprender este difícil camino, muchos otros se ven y nos vemos beneficiados, a veces, de algunos de sus resultados... De manera que tampoco voy a tratar de disuadir a nadie de que lo intente..

..Es más, para todos aquellos que lo han intentado, y para quienes lo siguen intentando,
( e independientemente de lo que hayan o no hayan conseguido),
desde aquí.. !mi más sincero respeto, admiración y agradecimiento!

viernes, 20 de agosto de 2010

AMAR A TONTAS Y A LOCAS

Nota previa aclaratoria: “a tontas y a locas” (expresión) = “sin ton, ni son”= “sin pies, ni cabeza” = “sin mucho sentido (o sin ninguno)”

Suele decirse y afirmarse que el Amor es la base más estable para cualquier relación, entre personas, que pretenda ser duradera..
(El sexo, NO, !por dioos!.. que entre lo poco que lo practicamos y lo aún menos que duramos al hacerlo.. no nos serviría de base, !ni para montar un puesto ambulante de venta de melones!.. bueno, al menos eso es lo que suelen decir las encuestas)

Y también suele decirse y afirmarse que dichas relaciones duraderas, son las que proporcionan seguridad y estabilidad al individuo y como consecuencia, a la sociedad..
Por simple lógica, habría que concluir que el Amor es un pilar básico para el correcto desarrollo y equilibrio de ambas realidades, individual y colectiva.
Pues no voy a ser yo quien ponga en cuestión dicho razonamiento, porque explica y aclara, en gran parte, este mundo algo de locos y bastante desquiciado, en el que vivimos… porque si el Amor es uno de los pilares básicos con el que poder contar.. !apañaos vamos!..
 
..Y es que no hay, probablemente, elemento más inestable que el Amor..
(!mucho más que un virus mutante y cabreado!)
..Ni, probablemente, elemento más desestabilizador..
( !mucho más que un elefante en una tienda de porcelanas chinas!)
..Ni, probablemente, más inquietante y perturbador..
(!mucho más que el monstruo de Frankestein en un fiesta infantil de cumpleaños!)
..Ni, probablemente, más absorvente y acaparador..
(!mucho más que una fregona de pura lana virgen!)
..Ni, probablemente, más unocente e ingenuo..
(!mucho más que un cubo con agujeros!)
..Ni, probablemente, más ciego y sordo..
(!mucho más que un gato de escayola!)
..Ni, probablemente, más imprevisible y azaroso..
(!mucho más que un trébol de cinco hojas y que hable idiomas!)
..Ni, probablemente, más inútil e improductivo..
(!mucho más que un botijo sin pitorros!)
..Ni, probablemente, más...

Y es que nos pasamos media vida buscándolo.. !sin encontrarlo!..
Y cuando no lo buscamos, ni lo esperamos, ni queremos encontrarlo.. !va y se nos aparece!..
Y cuando lo buscamos y lo encontramos… !o no coincidimos, o está ocupado!..
Y cuando lo buscamos, lo encontramos y coincidimos.. !vamos y lo perdemos!..
!!Y vuelta a empezar de nuevo!!..

No es de extrañar, por tanto, (y ante semejante barullo), que acabemos “echándonos al monte” o “liándonos la manta a la cabeza” (cuando no perdiéndola total e irremisiblemente), ante la primera (y la segunda, y la tercera…) ocasión en que el Amor se presenta en nuestra puerta, o simplemente pasa cerca, por casa de la vecina (o del vecino)…

Y ya me parece bien que así sea… !ya tenemos bastantes problemas como para no permitirnos el placer de enamorarnos de quien sea, cuando sea y como sea!
 
Lo que ya no entiendo tanto, y me sigue dejando un tanto confuso, es ese empeño que tenemos en dar tanta transcendencia a este elemento de nuestras vidas, un elemento en el que, sin excesivas discusiones, hasta podríamos convenir que, en principio, es de todo menos transcendente…
Quizás, de este empeño estéril y casi suicida, de convertir en trascendente algo que no lo es tanto, se deriven cantidad de problemas (muchos de ellos graves) que todos hemos vivido, vivimos o viviremos, directa o indirectamente..
Claro que, pensándolo bien, este suicida empeño no sólo sucede con el Amor… también sucede con otros elementos y facetas de nuestras vidas: el sexo, la fiesta, el arte, el fútbol, la patria… y en general con todo aquello que, precisamente por su NO trascendencia, nos debería servir para apreciar, valorar y hasta disfrutar de nuestra existencia… !siempre hay alguno/s empeñado/s en apropiárselos, utilizarlos, rentabilizarlos… y joderlos!… !incluso, con frecuencia, nosotros mismos! (debe ser el “masoquista” que todos llevamos dentro)…

Puestas así las cosas, y reconociendo, por tanto, la dificultad de cambiar nuestro actual concepto de Amor/Amar (y los múltiples intereses en mantenerlo), me atrevería a proponer sólo un pequeño cambio de nombres:


  • Dejar el término Amor/Amar para referirnos a todo aquello que lo ata, lo lastra y lo coarta: instituciones, tradiciones, leyes, seguridades, egoísmos, celos, angustias, miedos, reproches, exigencias, abusos, menosprecios, desprecios, imbecilidades, mentiras, engaños..

  • Y para el resto, para todo aquello que lo engrandece, lo alimenta y lo libera, usar los términos que mejor lo definen, como lo que en realidad es: ilusión, sueño, locura, fantasía, alegría, motivación, generosidad, entrega, complicidad, respeto, apoyo.. o cualquier otro que cada uno (y en cada momento), sienta o necesite o desee sentir..
(también podría ser al revés.. pero creo que, eso, aún sería más utópico y, por tanto, más difícil de conseguir)
 
A fin de cuentas, nuestro actual concepto de Amor, ni es el mismo en todas las culturas, ni ha sido siempre el mismo en la nuestra… Nuestro actual concepto de Amor, probablemente, se consolida (con los matices que cada uno quiera añadir), en el Romanticismo de finales del siglo XVIII y principios del XIX… !tampoco hace tanto, vaya!

sábado, 14 de agosto de 2010

ADICCIONES Y DEPENDENCIAS

Gracias a la elaborada y esforzada tarea colectiva llevada a cabo, ¿entre todos?, durante las últimas décadas, parece ser que ¿todos? tenemos muy claro qué es una ADICCIÓN (necesidad urgente e irreprimible que tiene el individuo por consumir un determinado producto)... Gracias a esta contumaz tarea de concienciación colectiva, sabemos que toda adicción modifica el estado psicofísico del individuo, altera su comportamiento y genera una DEPENDENCIA (necesidad compulsiva de consumo, más o menos periódico, del producto adictivo)... Incluso gracias al inestimable esfuerzo de nuestras instituciones, organizaciones y organismos sociales, profesionales y/o sanitarios, hemos llegado a ¿identificar?, rechazar y condenar estas tremendas amenazas del mundo moderno: drogas y drogatas, alcohol y borrachines, nicotina y fumadores... y últimamente estamos incorporando nuevas y selectas categorías a este elenco de desgraciados jinetes del Apocalipsis, como los viciosos del sexo, o los obesos con sobrepeso..
            
Bueno.. vale.. no está nada mal este enconado esfuerzo por mejorar al ser humano y sus condiciones de vida.. pero hay algo que no acabo de entender... No sé si será por mi natural tendencia observadora y/o pecadora, o por encajar en alguna (o varias) de las plagas mencionadas, pero la realidad es que veo y constato, a diario, la existencia de otras muchas adicciones y dependencias del ser humano, además de las ya mencionadas..

No sé, así, a bote pronto, y sin tener que pensar mucho, se me ocurren bastantes:
Los adicto y dependientes de la violencia.. del poder... los adicto-dependientes de las creencias y supersticiones.. de las normas y costumbres... los adicto-dependientes de la acumulación desorbitada de riqueza.. de la seguridad, la autoridad y el sometimiento... los adictos y dependientes del pasado.. de la opinión de los demás... los adicto-dependientes del borreguismo cultural, social o mediático.. del desarrollismo descerebrado... los adicto-dependientes del consumismo programado y establecido.. del trabajo "por encima de todo"... los adictos y dependientes de la moda, la estética y la apariencia como valor supremo.. de los avances tecnológicos como sustitutos de las relaciones humanas.. los adictos y dependientes de la salud y sus infinitos recursos, que nos convierte en seres inmortales.. de las relaciones sentimentales, como principio y fin de nuestra existencia... los adicto-dependientes de sí mismos, de su propio ego, de su propia forma de pensar, sentir o actuar (como si no existieran los otros).. de los sueños, la familia, el fútbol, la limpieza, los dulces, los churros..

Y eso que reconozco no pertenecer, ni de lejos, a ningún cuerpo especializado, como el de psicólogos o psiquiatras, para los cuales (y probablemente con toda la razón del mundo), el número de adicciones y dependencias del individuo sería casi ilimitado...
Y lo que me cuesta entender es que todas estas adicciones y dependencias, al igual que los divinos mandamientos, se resuman y/o reduzcan a dos o tres!..
            
Muchos argumentan que "no todas las adicciones y dependencias son iguales" (!por supuesto, faltaría más!)... y que las sociedades establecen prioridades para identificar aquellas que suponen un mayor peligro y/o amenaza tanto para el propio individuo como para el resto de la colectividad..

Y aquí vuelvo a tener nuevas e importantes dudas.. ¿Desde cuando la "sociedad" se preocupa tanto por el bienestar y la protección del "individuo"?.. Porque no es difícil comprobar que a dicha "sociedad", en general, le importa un carajo dicho "individuo".. salvo, claro está, cuando tiene que ejercer el control, adiestramiento y sometimiento de dicho individuo y de su comportamiento.. salvo, claro está, cuando estima que ambos son una amenaza o una carga (principalmente económica).. ¿Quién o quienes establecen qué individuos, comportamientos, adicciones y dependencias son los más peligrosos?.. ¿qué estadísticas, datos o baremo se utilizan para priorizar la peligrosidad y la amenaza de unas adicciones sobre las otras?.. y ¿para quienes son, o dejan de ser, una amenaza cada una de las adicciones y dependencias existentes?..
            
Porque puestos a pensar en amenazas y peligros para el individuo y la sociedad:
¿Cómo se valoran (o mejor, se ignoran), las víctimas y damnificados de los adictos a ejercer la violencia, ya sea individual, familiar, institucional o social?..
¿..o las víctimas y damnificados de los adictos y fanáticos de sus creencias religiosas o políticas, ya sean integristas, xenófobas, racistas, fascistas o imperialistas?..
¿Cómo se valoran (o mejor, se ignoran), las víctimas y damnificados de los adictos defensores de costumbres y normas irracionales, agresivas y ofensivas, sean del tipo que sean?..
¿..o las víctimas de los adictos a la propiedad y la acumulación de riqueza y poder, no sólo sobre los bienes, sino también (y principalmente), sobre las personas?..
¿Cómo se valora (o mejor, se ignora), el miedo, la angustia y la dependencia de los adictos a la "salud", los tratamientos y los fármacos, y el tremendo gasto y colapso que suponen para un bien tan básico y fundamental (pero limitado), como el sistema sanitario colectivo?..
¿..o la dependencia de los adictos a la "seguridad y el orden", y la amenaza continua que suponen para las libertades y derechos de todos los demás?..
¿Cómo se valora (o mejor, se ignora), la angustia y el sufrimiento de los adicto-dependientes de las relaciones sentimentales, incapaces de apreciar sus afectos cuando los tienen (por miedo a perderlos), e incapaces de valorar el resto de sus cualidades cuando carecen de dichos afectos (por miedo a no encontrarlos)?..
¿..o todas y cada una de las múltiples consecuencias de las innumerables adicciones y dependencias del individuo, y que se ocultan y tapan bajo el manto de dos o tres?..

Yo desearía y propondría que algún Organismo Internacional (seguido por todos los demás), reconociera la realidad de que "el ser humano es, en el fondo, limitado, adicto y dependiente"..
Y a partir de dicho reconocimiento (y como consecuencia del mismo), hasta propondría que la Carta de Derechos Humanos recogiera "el derecho del ser humano a sus adicciones y dependencias"..
  • Porque creo que sólo a partir de dicho reconocimiento universal, será posible avanzar (aunque sea lentamente), en una revisión racional de las adicciones y dependencias del ser humano (como dicen los expertos, el reconocimiento de un "problema", es el primer paso para la resolución del mismo)..
  • Sólo así será posible revisar y superar la actual, injusta y estéril visión, individual y colectiva, sobre las adicciones y dependencias..
  • Sólo así será posible cambiar los criterios (principalmente economicistas, propagandísticos y borreguiles), que utilizamos para identificar, valorar y condenar dichas adicciones..
  • Sólo así será posible establecer y distinguir cuales son auténticamente peligrosas e inaceptables, y cuales merecen una mayor comprensión (e incluso respeto)..
   
Pretender ver y juzgar sólo las adicciones y dependencias de los demás, y no querer ver las propias, suele ser un ejercicio interesado e injusto de hipocresía, cinismo y cobardía... y suele ser un acto de irresponsabilidad con el conjunto de la especie humana..

Claro que, pensándolo bien, la irresponsabilidad y la estupidez son unas de las mayores adicciones del ser humano...

viernes, 6 de agosto de 2010

COMPRESAS

La madre de Juan Luis, ya de muy avanzada edad, venía quejándose, desde hacía algún tiempo, de "pequeñas y ocasionales" pérdidas de orina. Preocupado por la incomodidad y angustia que semejante molestia puede llegar a causar a cualquier persona, Juan Luis decidió que había llegado el momento de incorporar, a su ya larga lista de necesidades básicas familiares, esos "sencillos y comunes" dispositivos, conocidos como compresas.

Desgraciadamente para él (por su limitada condición masculina), y para su madre (cuya generación nunca utilizó dichos dispositivos porque no existían), las compresas representaban una cierta novedad -otra más, pensó él- en sus vidas. Como con todas las novedades necesarias que se presentaban, Juan Luis puso en marcha la misma táctica aprendida a lo largo de muchos años de experiencia: !probar y aprender, primero él, para enseñar y convencer a su madre, después!..

A fin de cuentas -se dijo Juan Luis, animándose a sí mismo- !muchas y más complicadas cosas he tenido que aprender durante los últimos nosécuántos años!..

Recordaba, perfectamente, el lugar del supermercado donde se encontraban todo este tipo de artículos de "higiene personal" (aunque reconocía no haberse parado nunca en "ellos")... Así que decidió que, en su próxima e inminente visita al súper, echaría un detenido vistazo... e incluso se traería alguna, !para probar!..

Es difícil expresar, con exactitud, el estado de sorpresa, estupefacción, despiste, desolación e indefensión experimentado por Juan Luis, enfrentado, sólo, a aquellos enormes e interminables expositores atiborrados de productos, de todo tipo, formato, diseño y tamaño: pañuelos, toallas, toallitas, pañales, braga-pañales, tampones, compresas... de usar y tirar, matinales, vespertinas o nocturnas... para el baño, los fines de semana o ´"días especiales"... absorbentes o súper-absorbentes... inodoras o con olores de fragancias campesinas o ribereñas... Laydies, mini-Laydies, midi, súper o extra-súper... con alas, sin alas, monocapas o multicapas... con elementos activos o no... ecológicos, celulósicos, hiperbólicos, adhesivos, portantes, auto-portantes, auto-extinguibles, finas y extra-finas, reciclados y reciclables..

Tras 25 minutos de tenso, intenso e infructuoso esfuerzo (cual espectador ilusionado ante un cuadro de Tápies, o comensal hambriento ante un plato de Ferrán Adriá), Juan Luis, en un acto supremo de osadía y arrojo heroico (y vergonzante a la vez), se lanzó a coger un paquete de mediano tamaño, en el que se podía leer, con claridad y letras gordas, la palabra COMPRESAS... e inmediatamente después, con seguridad y determinación (simuladas), se dirigió hacia las cajas del súper con su paquete, confundido y entremezclado con el resto de las compras... con una extraña sensación de estar siendo observado y hasta grabado... !Y que, en cualquier futuro cercano, protagonizaría algún vídeo en Youtube!.

De vuelta en casa, y en la tranquilidad acogedora y casi clandestina de su habitación, Juan Luis observó y examinó aquel paquete de compresas, dispuesto a poner en marcha la segunda etapa del proceso..

Lo primero que llamó su atención fue que, a diferencia de cualquier otro artilugio o producto, de los muchos que había estrenado a lo largo de su vida, aquel paquete, !no traía manual de instrucciones!... Bueno -pensó para darse ánimos-, será porque no lo necesita... y con ayuda de unas tijeras, abrió el paquete y extrajo, con cuidado, una de las 10 compresas contenidas en el mismo... Aquella pieza alargada y rectangular, de extremos redondeados, blandita y suave (como Platero), tan sólo tenía una peculiaridad, en una de sus caras aplanadas mostraba una tira de papel pidiendo, a gritos, ser retirada... al hacerlo, Juan Luis descubrió una banda adhesiva..

La pregunta surgió sola e inmediata: ¿hacia qué lado habría que colocar dicha cara auto-adhesiva?,¿hacia la tela o hacia la carne?... Bueno -pensó, con calma, Juan Luis- tengo un 50% de posibilidades de acertar... Además recordó algún lejano slogan publicitario y televisivo ("no se mueve, no traspasa")... La solución, por tanto, parecía evidente: aquella banda adhesiva debía servir para asegurar y fijar la compresa a la carne... !y al pelo, tan frecuente y presente en tan delicada e íntima zona corporal!. Con inusitada presteza y sorprendente habilidad, Juan Luis se auto-colocó, en un pispás y a la perfección, la susodicha comprensa... y tras recolocarse y reajustarse el calzón corto y los pantalones, comenzó a dar breves paseos por la habitación... Bueno -se dijo a sí mismo- salvo los lógicos roces y una extraña sensación de opresión (debido a la falta de costumbre), esto funciona correctamente... No obstante (y sólo por curiosidad instintiva), Juan Luis detuvo sus pasos ante el espejo de cuerpo entero del ropero... y una sonrisa cómplice, orgullosa y un tanto azorada, amenazó en convertirse en estruendosa carcajada, !menudo y grandioso paquetón!..

Pero por encima de su habitual timidez y su actual "nuevo orgullo", Juan Luis, como casi siempre, antepuso su sentido de la obligación y salió a la calle para comprobar la eficiencia y seguridad del nuevo producto. Tras un largo e intenso paseo, que aprovechó para realizar algunos encargos y varias compras, Juan Luis, mientras saboreaba una cerveza en el bar de la esquina, hizo una valoración más que notable de la experiencia: hasta se habría olvidado de que llevaba puesta la compresa, si no hubiera sido por algunas miradas indiscretas (y hasta algo viciosillas, diría él), dirigidas a su entrepierna y que le produjeron cierta perturbación y hasta un ligero bochorno (cosas de la timidez, pensó).

Satisfecho y ya de vuelta en su habitación, Juan Luis se dispuso a cambiarse de ropa y ponerse cómodo... !Cual no sería su sorpresa al comprobar que la susodicha compresa, al mosquetero grito de "todos somos uno", estaba férreamente adherida (y formando piña) con pelos, piel y mondongo incluido!..

Ante una situación semejante, siempre es recomendable la paciencia, e incluso recurrir a alguna ayuda externa, pero Juan Luis, en aquellos momentos, no contaba ni con una ni con otra; de manera que optó, desgraciadamente para él, por el camino más corto: sujetando con firmeza los extremos de la compresa, contó hasta tres... !y tiró, con todas sus fuerzas, hacia abajo y hacia afuera!... Fue, como diría el internacional y famoso cantante Enrique Iglesias, una "experiencia religiosa" (más bien dolorosa, matizaría Juan Luis)... Tuvo que contener, en primer lugar, un espeluznante y angustioso grito que parecía surgir de los más profundo de su alma (para no asustar a su anciana madre y al resto del vecindario)... Tuvo luego que tragarse, de golpe y a palo seco, todos los pajarillos y estrellas que inundaron de inmediato su habitación... una habitación que comenzó a girar vertiginosamente, provocando en Juan Luis sudor frío, mareo y por fin, desvanecimiento... Afortunadamente para él, la cama estaba cerca !y quiso dios que se desplomara sobre ella, en lugar de hacerlo en el frío suelo!..

Acurrucado y encogido (hecho un guiñapo) sobre la cama, Juan Luis fue poco a poco, muy poco a poco, recuperando lentamente la consciencia y el raciocinio:

Iba a tener que empezar desde cero, porque se había equivocado desde el principio..
Iba a tener que estudiar, detenidamente, cómo probar con la banda adhesiva "hacia afuera"... cómo evitar que se moviera lo que "no estaba sujeto por nada"... Tal vez renunciando al calzón corto y recurriendo al slip súper-ajustado y al vaquero marca-paquetes... Pero todo eso iba a tener que esperar a mañana, o al día siguiente,o a la semana que viene -se dijo el dolorido y atribulado Juan Luis- ...Porque en lo que más pensaba, la idea a la que más vueltas le daba, una y otra vez, en aquellos penosos y lastimosos momentos, era la siguiente:

"!O el hombre no está pensado para las compresas,
o las compresas no están pensadas para el hombre!..."
(o viceversa)

miércoles, 4 de agosto de 2010

EL MIEDO

El miedo es, probablemente, una de las respuestas más importantes de los seres vivos ante la realidad en la que estamos inmersos.
El miedo, probablemente, siempre tiene su origen en una realidad externa.. Una realidad que desconocemos, no controlamos, en la que no nos reconocemos y se nos aparece, por tanto, como una amenaza a la cercana y pequeña realidad propia que nos hemos creado.
Los llamados "miedos internos" también tienen, probablemente, su origen en esta realidad externa.

Hay quienes afirman que el ser humano, a lo largo de su vida, no hace sino trasladar y ampliar la "burbuja de protección y seguridad", creada en su período fetal. En este período, probablemente el más seguro en el que se encuentra el ser vivo, es la madre la encargada de crear y proporcionar una realidad segura, cerrada y estable, impermeable a cualquier realidad exterior que pueda suponer una amenaza.
 
Posteriormente, en su largo y continuo proceso de educación y sociabilización, el ser humano va incorporando elementos, pequeñas realidades, que desarrollan y conforman aquella burbuja original. Pero la realidad exterior es, siempre, mucho más vasta y compleja que la realidad cerrada y propia que somos capaces de crearnos. Esta realidad externa sigue, por tanto, acompañándonos durante nuestra existencia, como una amenaza permanente.

Gestionar adecuadamente ambas realidades, la externa y extraña, y la interna y propia, no es una tarea nada fácil. La inseguridad que genera en nosotros, origina nuestro miedo. Parece lógico pensar, por tanto, en la necesidad que experimentamos por buscar ayuda, para poder gestionar estas realidades. En muchas ocasiones, más que buscar ayuda, hacemos, o tratamos de hacer, una renuncia completa de nuestra responsabilidad como gestores de ambas realidades. Consideramos más acertado, depositar nuestra confianza y nuestras capacidades, en unos "gestores eficaces" incluso de nuestra propia y más íntima realidad.

La "madre", aquella primera y única gestora de nuestra realidad, pronto es sustituida por los gestores paternos, y o la familia. Más tarde serán los amigos, la escuela, el trabajo, la pareja, las creencias religiosas, las ideologías, los principios morales, las normas, las leyes, los sistemas sociales, las religiones, los estados...
  
Desde este punto de vista, se podría afirmar que el origen de todas las sociedades, también está en nuestro miedo..
La primera y principal característica que define a toda sociedad, es su capacidad para organizar y proporcionar, a los individuos, mecanismos que gestionen la realidad y le ayuden a controlar su miedo. Desde la primaria identificación con un equipo de fútbol, o con una simple costumbre... hasta los más complejos sistemas de socialización, como la educación, la sanidad, la cultura, la religión, la organización política, la económica.... integran esta respuesta de la sociedad a la demanda de los individuos que la componen.

Por supuesto no es una respuesta gratuita, exenta de precios a pagar y dificultades a superar..
Las sociedades, hasta ahora, no han tenido, ni tienen, capacidad para satisfacer las reclamaciones de cada individuo. Dichas sociedades requieren, pues, una organización, que establezca prioridades, asigne funciones y establezca un orden. Un orden con vocación de perpetuarse en el tiempo, y propagarse en el espacio, imponiéndose a los individuos. Para ello no dudarán en utilizar sólo la fuerza, también procurarán apropiarse de los mecanismos creados por los individuos para gestionar la realidad.

De esta manera, dichos mecanismos, pasan de ser, inicialmente, una ayuda, a convertirse en una nueva realidad que amenaza, de nuevo, al individuo que los creó. Por supuesto, no todas las sociedades y mecanismos gestores de la realidad, han sido ni son iguales; pero todos comparten un mismo origen, el miedo de los individuos, y todos están expuestos al mismo proceso de transformación, la imposición de un orden que anule a dichos individuos.
 
En medio de este permanente conflicto, en el que todos estamos inmersos, quizás sería conveniente tener presente, algún punto de partida:
  • Los individuos no somos autosuficientes, no somos capaces de comprender y dar respuestas a la realidad en que vivimos. Como consecuencia, experimentamos un profundo miedo.
  • Necesitamos ayuda para gestionar dicha realidad. Para ello creamos cuantos mecanismos somos capaces de imaginar, estructurar y poner en funcionamiento.
  • Buscar ayuda no significa renunciar a la aportación, al papel protagonista, a la responsabilidad que cada individuo tiene como gestor de la realidad.
No se trata de "no tener miedo".. se trata de "no renunciar a gestionar nuestros miedos".