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viernes, 6 de julio de 2012

AGRADECIMIENTO

… En algún lugar de alguna galaxia remota…


… Porque los dibujitos también tenemos nuestro corazoncito…
(aunque, a veces, también tengamos que disimularlo)
… Porque los dibujitos también creemos en el Humor…
(aunque sabemos que el Humor no siempre tiene que ser comprendido y/o compartido)
… Porque los dibujitos tampoco somos ajenos a cuanto acontece a nuestro alrededor…
(aunque, a veces, también podemos soñar como cualquiera)
… Porque los dibujitos también somos como somos… con nuestras virtudes y nuestros defectos… nuestras fortalezas y nuestras debilidades… nuestros aciertos y nuestros errores… nuestras inseguridades y nuestros miedos… con nuestras aspiraciones y nuestras frustraciones…
(incluso, a veces, hasta apostamos, también, por cambiar cada día)
..........
Por todo ello, los dibujitos agradecemos y celebramos esta atención y este regalo…
Un regalo que deseamos compartir con todos nuestros congéneres, ya sean similares o diferentes… 
(incluidos, como no, nuestros apreciados humanoides :)

Flin y Fido  de  Flin en la libretita
SúperBES y Pato de  Clones en 3D

jueves, 16 de febrero de 2012

CONOCERSE Y CONOCER

…Nunca llegué a conocerme a mí mismo… ! ni tan siquiera de lejos !…

Durante mi adolescencia, cuando me preguntaba quién era yo, me contestaba que “tenía toda la vida por delante para averiguarlo”… así que ! para qué las prisas !.

Entre los 15 y los 30 años, quizás fuera el período de mi vida en el que, con más ahínco, intenté conocerme a mí mismo… Reconozco que no fue sólo mérito mío…

Coincidieron aquellos años con unos más que significativos momentos históricos en mi país: los últimos años de una larguísima dictadura de 40 años, un período de transición a una democracia soñada, y hasta una lógica decepción de muchos sueños esbozados… Fue por tanto, aquella época, un ambiente apropiado para un clima colectivo de búsqueda de identidades robadas, perdidas u olvidadas, tanto individual como colectivamente…
Y como yo era un bicho un tanto inquieto, fui incorporándome a muchos de aquellos esfuerzos por conocerse y reconocerse, por buscar identidades, abrir puertas, rehacer caminos… Y en ese encuentro de búsquedas colectivas, como en un proceso simbiótico con los demás, no quedaron resquicios de mi vida que no fueran puestos al descubierto, revisados, analizados, compartidos…

Fueron, por tanto, 15 años intensos, apasionantes… A finales de aquel período de mi vida, había conseguido desmantelar, prácticamente, todo lo recibido y heredado a través de mi educación, de mis costumbres, de mis códigos morales, de mis tradiciones, de mi familia… A cambio, atesoraba, en una mano, una gran riqueza de experiencias variadas y diversas, en la otra, una gran riqueza de sueños, utopías y proyectos que se desvanecían en una realidad que, a pasos acelerados, recuperaba su cuerda y aburrida normalidad…. La conclusión era fácil de prever: a los treinta años, me conocía tan bien como a los quince.

 
Dispuesto a replantearme los asuntos complejos y delicados de nuestra existencia, llegué a la conclusión de que era el momento de cambiar de estrategia… quizás tanta apertura no era el camino más adecuado par conocerse a uno mismo. Decidí, por tanto, restringir drásticamente mi campo de interacción.. a uno o a dos … (bueno, hubo momentos, en que también fueron a tres, pero eso es otra historia)…

Con estas premisas, desde los 30 hasta los 40 años, quizás fue el período más introspectivo de mi vida…
Cualquier actividad o asunto, por pequeño e intrascendente que fuera, era una buena excusa para iniciar un reflexivo viaje a mis profundidades, en busca de mi yo. Cuando estos viajes introspectivos eran a dos (o a tres), empezaban bien (revolcones incluidos para la relajación y la prevención de estrés), pero solían acabar en recurrentes dolores de cabeza…

Aún así, esta práctica acumulada a través de los años, me proporcionó abundante información sobre mí… y sobre los múltiples recursos para acceder al autoconocimiento de uno mismo… Bueno, !eso es lo que yo creía en aquellos años!… En realidad, según me acercaba al final de aquella etapa, fui descubriendo algo importante: ! No es nada recomendable, perder una perspectiva de conjunto !…
Y es que, mirarse sólo hacia uno y hacia dentro… suele conducir a graves errores de bulto… suele llevar a análisis y conclusiones viciadas por la propia subjetividad y las pequeñas o grandes manías personales !…
Llegué, por tanto, a la sencilla deducción de que, acercándome a los 40 años… mi conocimiento sobre mí mismo era, prácticamente, el mismo que tenía en mi adolescencia.

Pero como soy un poco cabezón, decidí no tirar la toalla y replantearme el asunto… Quizás no fue buena decisión ni tanta “apertura desmanteladora”, ni tanta “introspección cegata y miopera”… Quizás lo correcto era encontrar un lógico equilibrio entre ambas opciones tan bruscamente opuestas..

Empezaba así un década, desde mis 40 a mis 50 años, mucho más equilibrada. Durante esos años, recuperé bastantes perspectivas ya olvidadas, fundamentalmente, aquellas que siempre nos proporcionan los demás… Y desde ellas, procuraba mirarme y descubrirme a mí mismo… eso sí, sin estridencias, ni grandes prisas, ni excesivas pretensiones… Utilicé cuanto había aprendido las dos décadas anteriores, y, probablemente, durante ese período aprendí a convertirme en escuchador y contemplador activo, capaz, llegado el caso, de implicarme de manera profunda y selectiva con algunas realidades muy concretas y cercanas…

Pero esas implicaciones profundas, por cercanas, fueron convirtiéndose en propias, aún siendo ajenas… y mi mirada acabó confundiéndose con las suyas… y al mirar y mirarme sólo pude ver y verme desde la mirada del otro… y esa mirada ajena es tan subjetiva y personal como la propia… tan viciada de pequeñas y grandes manías como la de uno mismo…
De manera que al pasar ya los 50 años, he de seguir reconociendo y afirmando que mi conocimiento de mí mismo es, fundamentalmente, el mismo que tenía a los 40… el mismo que tenía a los 30… el mismo que a los 15… el mismo, prácticamente, que en mi adolescencia…

Quizás, por ello, cuando por alguna circunstancia, me plantean o tengo que plantearme si conozco a los demás… siempre he de responder y responderme lo mismo:
“!cómo voy a pretender conocer a los demás, si apenas me conozco a mí mismo!”…

No quiero decir con todo ello, que no tenga capacidad para conocer algunos matices, algunos aspectos, algunos reflejos, algunos retazos del otro… sobre todo aquellos que, de una u otro forma, me son brindados por ellos mismos… en esto, hasta podría pasar por experimentado… por la sencilla razón de que es lo único que, en 50 años, apenas conseguí conocer de mí mismo… pero eso no creo que sea conocer al otro… tampoco creo que sea conocerse a uno mismo… o sí, quien sabe…
...!quizás sea, esa, la única forma con que podemos llegar a soñar en conocernos!... 

viernes, 4 de noviembre de 2011

DEBATES... y dudas

Reconozco que, desde muy joven, participé en todo tipo de debates, y sobre todo tipo de asuntos habidos y por haber (hay muchos que piensan, no sé bien por qué, que los debates sólo afectan a cuestiones políticas y por tanto son cosa de los políticos)

Eran otros tiempos, distintos, pero creo que ni más fáciles ni más difíciles para promover debates, organizarlos o simplemente participar en ellos… como parte activa o como simple espectador interesado y convencido de la necesidad y utilidad de los mismos…

Desde entonces ha llovido mucho y podría decirse que mi experiencia ha sido larga y muy variada…
Creo que aprendí mucho “a través de ellos”, que no es lo mismo que decir “gracias a ellos”… Aprender no sólo hace referencia a lo positivo, también a lo que no lo es tanto, e incluso a aquello que es manifiestamente negativo…


Creo que soy sincero al reconocer que no recuerdo ni guardo constancia de ni un solo debate que determinara o cambiara, en lo más mínimo y por sí sólo, la forma de pensar, actuar o vivir de ninguna persona (incluyendome a mí mismo, por supuesto)…

Quizás sea porque pronto empecé a entender y concebir el debate sólo como una posibilidad más de escuchar, expresar, compartir y enriquecerse… Todo lo demás creo que poco o nada tiene que ver con el debate en sí mismo, y sí mucho con lo que cada cual decide hacer con cada una de las muchas posibilidades que se le van presentando cada día y a cada instante…

Es lógico, por tanto, que, aún hoy día, me siga sorprendiendo la numerosa lista de términos que suelen acompañar y cualificar la inmensa mayoría de los debates… “oponente, adversario, enemigo, vencedores, perdedores”… Términos más propios y cercanos a un combate que a un debate… Términos que hasta son inmediatamente cuantificados y convenientemente subrayados como elementos de partida y como resultados, antes, durante y después del correspondiente debate de turno (dichosa estadística y benditos medios de comunicación)…


Igual es que muchos consideran que, en efecto, un debate no es más que un combate más o menos ¿civilizado?… Y en ese contexto, ya me sorprende mucho menos la más que amplia variedad de todo tipo de recursos, manipulaciones, insultos y agresiones, destinados a la aniquilación del supuesto enemigo… y para conseguir, así, la supuesta y ansiada victoria (no se sabe bien en qué o sobre quién)...


Y lo que ya no me sorprende nada son esos supuestos debates en los que se procura congregar a quienes piensan y sienten de la misma manera, excluyendo, por cualquier medio, a quienes piensan y sienten de manera diferente… No me sorprende porque, curiosa y contradictoriamente, ese tipo de supuestos debates son el mejor y más evidente ejemplo de que un debate no aspira a cambiar nada… Es más, en estos casos sólo aspiran a servir como exultante autoafirmación sorda, ciega y cuasi fanática…

No es que, con el paso del tiempo, haya renunciado a aquella joven convicción de la necesidad y la utilidad del debate… Creo que tan sólo se ha ido transformando mi concepción sobre los mismos, haciéndose más sencilla y con menos aspiraciones… Una concepción más próxima a la charla con un amigo, compartiendo un café o una copa… Una charla de la que, tras la despedida, uno sólo guarda la inmediata sensación de haber disfrutado (por el motivo que sea) y no haber perdido el tiempo… Una charla que, al día siguiente, muy probablemente ya habremos olvidado… Una charla que, sólo al cabo de los años (y de forma difusa y poco  clara), uno sabe que puede encontrar en el atiborrado cajón donde vamos guardando (un tanto indiscrimadamente) todo aquello que, alguna vez, pudo contribuir (sabe dios de qué manera) en nuestra forma de sentir, de pensar, de ser…


A mediados del siglo pasado, cuando las democracias formales aún daban sus primeros pasos, y las reivindicaciones y conquistas de las “Libertades De” comenzaban un complejo y largo proceso (en el que aún nos encontramos), ya hubo quienes señalaban la necesidad de plantearse un proceso posterior mucho más complejo todavía, el de las “Libertades Para”…

No tengo claro yo, en qué momento andamos actualmente… Ni tampoco tengo claro si es momento de exigirnos algo más… No tengo claro, por ejemplo, si es suficiente, por el momento, concebir el debate, sólo como soporte de la Libertad De expresión, para que cada cual pueda decir todo aquello que estime oportuno (igual con eso ya nos aviamos)… O si sería conveniente empezar a esperar del debate, algo más… Aunque sólo fuera atender y preocuparnos, también, por los objetivos (y la utilidad) de aquello que decimos (o callamos)… y por la utilidad (y los objetivos) de lo que puedan decir (o callar) los demás…


No. no lo tengo claro… igual, todavía es demasiado pronto…
y habrá que seguir esperando un poco más…

viernes, 14 de octubre de 2011

PENSAR y DECIR

Lo reconozco, siempre he sido un poco adicto a pensar lo que digo
(es otro de mis muchos y perjudiciales vicios)…

Al contrario de lo que suele afirmarse, no creo que se deba a ningún tipo de autocensura…
De hecho, nunca me siento más libre que cuando digo algo que he pensado,
quizás sea porque siento que corro menos riesgos de repetir propagandas o estereotipos de otros…

Tampoco creo que sea por el lógico temor a equivocarme o poder hacer el ridículo…
De hecho, nunca me he equivocado más que cuando pensaba lo que decía,
quizás resulte más cómodo y seguro no pensar en exceso…y sí, utilizar caminos ya establecidos…

Tampoco creo que sea por ninguna elevada pretensión intelectual…
De hecho, siempre he creído que el pensamiento no sólo se alimenta en los libros y las escuelas,
quizás sea porque el pensamiento se puede alimentar de infinitas maneras…

Tampoco creo que sea por alguna predilección o atracción por lo inútil…
De hecho, nunca he hecho nada más útil que intentar pensar, aunque fuera en algo inútil,
quizás sea porque el pensamiento, además de alimentarse, alimenta cada acto y cada instante…

Creo que es porque cuando pienso lo que digo (y lo que no digo),
lo hago mío (aunque en principio también pueda ser de otro)…
Creo que al hacerlo mío, puedo enriquecer mi propio pensamiento…
y, a veces, hasta puedo atreverme a soñar en compartirlo con los demás.


Lo reconozco, fui un poco adicto a decir cuanto pensaba
(Fue otro de mis perjudiciales vicios, pero hace tiempo que conseguí dejarlo)…

Al contrario de lo que pudiera parecer, no creo que lo dejara por ningún tipo de autocensura...
De hecho, sigo diciendo lo que pienso, cuando pienso que es necesario decirlo,
o cuando me sale del alma decirlo, aunque no sea necesario…

Tampoco creo que lo dejara por el lógico temor a equivocarme o poder hacer el ridículo...
De hecho, sigo equivocándome, igualmente, ahora que no digo todo aquello pienso,
quizás sea porque sigo pensando cuanto digo…

Tampoco creo que lo dejara por ninguna elevada consideración intelectual…
De hecho, decir cuanto se piensa me parece, hoy, una pretensión bastante inútil,
e incluso peligrosa, desde cualquier punto de vista…

Tampoco creo que lo dejara por cansancio, aburrimiento o instinto de supervivencia alguno…
De hecho, mis perspectivas de supervivencia, creo que siempre han sido las mismas,
no dependían de lo que decía… quizás sí de lo que pensaba…

Creo que decir cuanto se piensa, no siempre es importante, ni necesario,
y en muchos casos, ni tan siquiera útil, ni conveniente…
Lo que sí creo que es importante y fundamental, es buscar (o encontrar)
un sentido a aquello que se dice…
Y no importa si dicho sentido lo buscamos en nosotros mismos o lo hallamos en los demás…



miércoles, 9 de febrero de 2011

UN LARGO CAMINO. (3ª parte)

..Este largo período (de más de una década), y sobre todo, el profundo proceso de análisis, reflexiones y cambios asociados, nos llevó a muchos a plantearnos la imposibilidad de mantener nuestra opción individual y colectiva, dentro de una estructura eclesial que no sólo se resistía y se oponía a dichos cambios, sino que, inquieta por la influencia social y religiosa, cada día mayor, que adquirían los movimientos renovadores, apostó por su marginación y eliminación.

El largo pontificado de Juan Pablo II (1978-2005), se encargó, desde el principio, de dejar clara esta posición, llegándose a condenar a dichos movimientos, sus protagonistas, sus logros y realidades, calificando sus aportaciones como desviadas, heréticas y contrarias al magisterio de la iglesia.. mientras, se apoyaba y respaldaba un amplio movimiento contrareformista y neoconservador, cuya evidente presencia llega hasta nuestros días..
No es casualidad que, el principal lugarteniente de Juan Pablo II, el, por entonces, cardenal Ratzinger.. fuera elegido como su sucesor y actual papa Benedicto XVI.

Ante esta situación, muchos optaron por continuar viviendo su fe y sus convicciones de manera más discreta, unos dentro de la iglesia, otros completamente al margen de la misma, no por temor alguno, sino por la constatación de una evidente realidad: el largo período de aportaciones y transformaciones, de la década de los 80, no iba a poder mantenerse por mucho tiempo, y la fuerza tradicional y hegemónica de la estructura y jerarquía eclesial acabaría por imponerse.

Algunos dimos un paso más, nos planteamos la dificultad de conciliar este proceso de transformación, protagonizado por el ser humano, con la necesidad que muestra este ser humano de tener y adecuar una"idea de dios".

Yo opté, primero, por separar ambas realidades, la humana y la divina, por mi dificultad creciente de poder conciliar ambas..
Al final opté por quedarme sólo con la primera, la realidad del ser humano.

Lo hice por honestidad conmigo mismo y no porque tuviera ninguna certeza de que fuera la opción única o verdadera. En este sentido creo que fui consecuente con uno de los principios que descubrí siendo cristiano: la fe, no es ni una imposición, ni un privilegio, ni un don, sino que es esencialmente una opción del ser humano.. creer, o no creer, en qué o en quien creer, debe ser una decisión libre del individuo, que nunca debería utilizarse como fuente de discriminación o conflicto.


Personalmente, ni entonces, ni ahora me planteo la necesidad de afirmar o negar la existencia de un dios. No sé si existe o no algún dios, ni cómo es, ni cuáles son sus proyectos..
A lo largo de mi vida, lo que sí he tenido constancia, incluso personalmente, es de la necesidad del individuo por tener una "idea de dios", y adecuarla para responder a sus necesidades. En este sentido, aunque pueda resultar un tanto blasfemo, creo que es el hombre el que crea a dios, a su dios, a su imagen y semejanza, y no al contrario.
Y es en este proceso, cuando cada "dios creado y sometido" corre el riesgo de convertirse en un instrumento de enfrentamiento, de dominación y anulación del ser humano.

Nunca, ni antes ni ahora, he militado contra la existencia de ningún dios; siempre, cuando era creyente, y ahora que no lo soy, me he opuesto a toda "idea de dios" utilizada para dominar y someter al individuo.

El dios en el que creía cuando era creyente, seguramente se parecería bastante al dios por el que optaría ahora que no lo soy.
Puede considerarse que soy agnóstico, aunque yo prefiero decir que tan sólo soy un "no creyente".
Hace más de 20 años que opté por creer sólo en la realidad del ser humano; en sus miserias y grandezas, sus errores y sus aciertos, sus limitaciones y su capacidad para enfrentarse a ellas..
Hace más de 20 años opté por creer que es este ser humano, por encima de todo, el principal responsable y protagonista de la historia (su historia).. y por tanto el encargado y responsable de la misma..

!Quién sabe, ... quizás esta apuesta por el ser humano no esté tan lejos de la apuesta que hice, hace años, por el dios en el que creía..
Yo no siento que haya grandes diferencias...
Quizás, por eso me atrevo a pensar que si existe algún dios, no creo que le importara que dejara de creer en él.. creo que lo comprendería..


PD: aunque, por tratarse de una experiencia personal, me haya referido a la realidad que más de cerca conocí y viví, he de añadir que este amplio proceso no sólo se circunscribió a mi país.. Por ejemplo, muchos lugares de Latinoamérica, con sus matices y circunstancias históricas concretas y diferenciadas, fueron, sin duda, parte importante del mismo..

martes, 8 de febrero de 2011

UN LARGO CAMINO (2ª parte)

Ingresé en la escuela de arquitectura en septiembre de 1975.
Dos meses despues, moría el dictador Franco.

Comenzaba un período complejo, difícil y convulso, protagonizado por la lucha entre quienes querían perpetuar la situación y los privilegios alcanzados e impuestos durante los cuarenta años de dictadura fascista, y quienes creían en la necesidad de cambiar y establecer una sociedad diferente, más justa, libre, igualitaria y moderna.

La iglesia católica española, firmemente enraizada en el régimen de la dictadura, no iba a quedarse al margen de este período tan conflictivo.

A finales de los años cincuenta, el recién elegido papa, Juan XXIII, convocó e inició la celebración del ecuménico Concilio Vaticano II. Dicho Concilio, finalizado en 1965 por el papa Pablo VI, supuso la revisión más profunda e influyente de la iglesia católica durante el siglo XX. Su planteamiento de partida era la necesidad de una sincera apertura y puesta al día de la iglesia, ensimismada y anclada en sus ritos, tradiciones, doctrinas y privilegios.. y muy alejada de la realidad cotidiana de los individuos, sus problemas y sus necesidades. Entre sus principales aportaciones, podrían destacarse las siguientes:
  • La recuperación del evangelio como eje central y principal fuente de motivación para la vida del creyente.
  • El protagonismo y la participación necesaria e imprescindible de dicho creyente en la la vida y el desarrollo de la fe individual, y de la iglesia como colectivo.
  • La libertad religiosa, reconociendo como iguales las distintas opciones, religiosas y no religiosas, rechazando, por tanto, cualquier discriminación o privilegio derivado de las mismas.
Este espíritu ecuménico, evangelizador, igualitario y democratizador, fue muy criticado y rechazado (calificado como herético), por amplios sectores eclesiales, entre los que estaba, cómo no, la iglesia católica española (con su jerarquía al frente). Pero a pesar de las dificultades, la influencia de dicho Concilio acabó por abrir algunas puertas y pequeños espacios de participación y renovación, que fueron aprovechados por reducidos grupos de cristianos comprometidos con la necesidad de vivir su fe de una manera nueva y diferente. Nacen así, a finales de los años 60, movimientos renovadores y grupos de trabajo, incardinados en parroquias, centros de trabajo o barrios populares, con objetivos concretos y diferenciados en su ámbito de influencia: la infancia, la juventud, el mundo obrero..

Mi integración a estos grupos tuvo lugar a través de mi parroquia, cuando aún cursaba los dos últimos años académicos y preuniversitarios.

La nueva e intensa actividad desarrollada por estos movimientos, en una realidad externa, ajena y hostil (con razón) a una iglesia reaccionaria y fascista, exigía la necesidad de aunar y compartir experiencias y aprendizaje, favoreciendo los encuentros entre los distintos grupos, para reflexionar y proponer principios, objetivos y tareas comunes y prioritarias, válidas no sólo para cada grupo, sino para el resto de creyentes, y para la sociedad en su conjunto. Se ponían así las bases de una nueva forma de vivir la fe, alternativa, transformadora y global, que conectaría, en la práctica, con otros muchos movimientos sociales, culturales, políticos o sindicales (aún ilegales y clandestinos, pero con una presencia e influencia, cada día mayor, en los últimos años de la dictadura).

Una consecuencia lógica de este doble proceso de transformación, tanto de la iglesia como de la sociedad en su conjunto, será la de desligarse e independizarse de las viejas estructuras que se oponían y rechazaban cualquier tipo de cambio. A nivel socio-político, esta ruptura desembocó en el proceso de la transición, el establecimiento y la consolidación de la actual democracia española. A nivel eclesial, aquellos movimientos renovadores, cristalizaron en la creación y el desarrollo de las Comunidades Cristianas Populares (C.C.P.).

Puede que no sea objetivo, dada mi implicación, desde sus orígenes, en la creación y el desarrollo de dicho movimiento, pero aún así me atrevo a considerar que las C.C.P, constituyen la aportación más interesante, de los últimos siglos, a la vivencia de la fe cristiana. El espíritu de dicho movimiento, como se desprende de su nombre, no era otro que el de recuperar y actualizar la vida y la experiencia de las primeras comunidades cristianas, antes de la consolidación de la iglesia católica como instrumento de gestión del cristianismo.

Claramente independizadas ya de la estructura jerárquica eclesial, y apostando por una estructura organizativa autogestionaria, a partir del individuo y su realidad, las C.C.P. llegaron a constituir un potente foco de referencia e influencia, desde el que animar y hacer converger las múltiples experiencias renovadoras surgidas a partir del Concilio Vaticano II: la necesidad de elaborar una Teología Popular, que cristalizaría en la Teología de la Liberación, fue una exigencia y un elemento de apoyo continuo de la vida y la experiencia de las C.C.P.

A partir del reconocimiento del ser humano como centro y protagonista de la historia (su historia), las C.C.P. se proponían y proponían, como tarea fundamental, el compromiso activo y cotidiano con la transformación de de dicha realidad, una transformación entendida como un proceso de liberación, individual y colectivo. La fe, como opción individual y vivencia colectiva, debía de estar, por encima de todo, al servicio de este proceso de liberación, apoyándolo y enriqueciéndolo, y en términos de igualdad y colaboración con las demás opciones individuales y colectivas comprometidas con dicho proceso.

Este largo período, de 1975 hasta finales de los ochenta, ha sido, probablemente, el período más enriquecedor e ilusionante de mi vida (y me atrevo a pensar que también de las últimas décadas de este país). Quizás, por ello, a pesar de mi evolución personal posterior, nunca he renegado ni renunciado a mucho de cuanto aprendí durante aquellos años.. Es más, gran parte de los valores y principios asumidos entonces, siguen formando parte esencial de mi vida, aunque sea con matices y perspectivas diferentes (no sé si importantes)...

No fue un período fácil, sino complejo y muy exigente, no sólo por las circunstancias y resistencias históricas, sino por la dificultad que siempre supone todo proceso de transformación individual: desmontar un pasado asumido, para elaborar, prácticamente desde cero, todo aquello que puede ser fundamental para dar sentido a una vida. Con total seguridad, no hubiera podido hacerlo sólo. Compartir con los demás la experiencia de cada uno, fue, sin duda, imprescindible para posibilitar dicho proceso.


PD: a quienes os "animais" a leer esto, os pido disculpas de antemano.. no sabía si titularlo como "Un largo camino".. o "Una larga entrada".. (y aún falta la 3ª parte, che.. :)..

lunes, 7 de febrero de 2011

UN LARGO CAMINO. (1ª parte)

Hasta los catorce años, supongo que debí ser católico.
Desde los quince a los veintinueve, fui cristiano.
A partir de los treinta, opté por no ser creyente.

Nacido a finales de los años 50, me crié y eduqué en una sociedad católica, conservadora, represora y fascista. La dictadura franquista, instalada en el poder, tras el levantamiento militar que dio origen a la guerra civil española (1936-1939), había ocupado todos los mecanismos, resortes e instituciones sociales, culturales e ideológicos existentes (sólo algunos se escapaban a dicho control totalitario, y por supuesto eran ilegales, minoritarios y clandestinos).

La iglesia católica, como institución e instrumento de control ideológico, no sólo no iba a ser una excepción, sino que iba a convertirse en un pilar básico y fundamental del mantenimiento y desarrollo del poder y la ideología totalitaria, durante los cuarenta años de dictadura vividos en España. La alianza estado-iglesia fue absoluta, expresándose sin ningún tipo de reserva o disimulo: el estado se proclamaba católico, y proclamaba la religión católica como religión oficial del estado; a cambio la iglesia católica, apoyaba incondicionalmente el régimen establecido.

Es por tanto comprensible, dadas las circunstancias, mi afirmación inicial de que, durante ese período de mi vida, debí ser católico... era una realidad asignada desde que nacías, e impuesta en tu vida cotidiana.
 
Toda religión parte de realidades comunes y universales: la inquietud, el miedo y las limitaciones del ser humano para poder encontrar respuestas a la realidad en la que vive, y para poder dar, por tanto, un sentido a su existencia. La supervivencia y el desarrollo de cada religión está, por tanto, en su capacidad para elaborar una respuesta "adecuada y eficaz" que satisfaga estas necesidades y limitaciones del individuo.
 
Elaborar y mantener dicha propuesta es una tarea compleja que, al parecer, "no puede quedar" en manos de los individuos, su subjetividad, sus limitaciones y sus tendencias más o menos cambiantes; exige una estructura organizativa compleja, "al margen de" y "por encima de" dichos individuos, dotada y revestida de un eficaz poder real, espiritual, moral, cultural, social y político: una iglesia representa, probablemente, la forma más elaborada de estructura capaz de gestionar y dirigir una religión.
 
La principal característica de toda iglesia, es su condición como gestor de una doble realidad: la divina y la humana. La consecuencia lógica de esta condición es, siempre, su rígida estructuración piramidal, de arriba hacia abajo.. en dicha pirámide, el individuo ocupa, lógicamente, el lugar inferior; su papel como feligrés, siervo o pecador, es, fundamentalmente, receptor, pasivo y sumiso. La iglesia gestiona y mediatiza, no sólo la realidad divina, o la relación del individuo con dios, gestiona y mediatiza al individuo en todas y cada una de sus facetas como ser humano.
 
La jerarquización, el autoritarismo, el adoctrinamiento, el pensamiento único, la irracionalidad, y el rechazo de valores aplicables y exigibles a otras instituciones, como la igualdad, la participación, la racionalidad o la libertad... constituyen todo un conjunto de mecanismos "comunes y necesarios" para el mantenimiento de toda iglesia.
No es extraño, por tanto, que las iglesias, a lo largo de la historia, hayan acabado identificándose y asociándose a las sucesivas estructuras del poder establecido, a través de las cuales han podido perpetuar y desarrollar su propia influencia sobre los individuos.

En concreto, la iglesia católica ha sido y es un claro ejemplo de este proceso.

Según se narra en los propios evangelios, Jesucristo nació y creció en el seno de un pueblo, el judío, y una religión, la judía (y que se sepa, no renunció a ninguna de estas realidades). Una religión monoteísta, oficial y estatalista, y un estado confesional y religioso, cuyos fundamentos y orígenes estaban, precisamente, en su condición como "pueblo elegido por Dios", para preparar la "venida y el reinado del mesías".
 
Según esos mismos evangelios, Jesús no mostró especial interés en crear una nueva religión, ni una nueva iglesia. Al contrario, representa la culminación y la revisión definitiva de la religión en la que nace: se presenta como "el mesías prometido y esperado", que propone o revela la definitiva "idea de Dios" en la que creer, y a partir de la cual orientar y guiar nuestros actos, nuestras vidas. Fue este hecho fundamental el que originó su rechazo, persecución, detención, condena y ejecución, no por parte del imperio romano (una mera comparsa en estos acontecimientos), sino por su propio pueblo judío, mediatizado por sus instituciones civiles-religiosas, que no estaban dispuestas a aceptar la propuesta revolucionaria que, sin duda, significaba su disolución y desaparición.
 
Y según esos mismos evangelios, tampoco los más directos seguidores, herederos y continuadores de Jesús, mostraron un inicial interés por crear una nueva religión o una nueva iglesia… Durante casi tres siglos, marginados y perseguidos, se ocuparon y preocuparon sólo de vivir y transmitir las enseñanzas recibidas. Su organización en comunidades cristianas, poco o nada tenía que ver con iglesia y poder: eran pequeñas comunidades de vida, para compartir, reflexionar y celebrar: "cada uno aportaba según sus posibilidades y recibía según sus necesidades"... No es extraño que esta larga experiencia, sus fundamentos y objetivos hayan servido de base y punto de partida de muchos movimientos sociales revolucionarios y alternativos a lo largo de nuestra historia.

Es a partir del siglo IV, a instancias del emperador romano Constantino I, que legaliza el Cristianismo, con el Edicto de Milán (313), y posteriormente lo legitima en el Concilio de Nicea (325), cuando éste comienza adquirir relieve como religión diferenciada, única, verdadera y universal. Este proceso culminaría en el 380, cuando el emperador Teodosio convierte el cristianismo en la religión del estado..

..el catolicismo y la iglesia católica inician, así, su larga andadura hasta nuestros días..

 

martes, 21 de diciembre de 2010

CALEIDOSCOPIO

Hace ya muchos años, de pequeño, a Juan Luis le regalaron un caleidoscopio..
Era un pequeño y económico juguete (poco que ver con los sofisticados juguetes de hoy día).. Formado por un tubo de cartón, de unos pocos centímetros de diámetro, en cuyo interior tres espejos reflejaban y multiplicaban, simétricamente, diminutos cristales sueltos, de múltiples formas y colores, alojados en uno de los extremos del tubo..
Al mirar por el extremo opuesto, bastaba un breve y sutil movimiento o giro del tubo, para que las formas y colores observados cambiaran y se multiplicaran, creando todo tipo de atractivas y sugerentes composiciones..
Con el paso del tiempo, Juan Luis llegó a la conclusión de que aquel humilde juguete era, probablemente, uno de los ejemplos más acertados de lo que hoy se llaman, de forma un tanto exultante, “juguetes educativos” (como si los demás no lo fueran)..
Yendo más allá de lo afirmado por algunos dichos populares, aquel caleidoscopio parecía proponer que la “realidad” no sólo dependía del cristal con que se mira.. incluso con el mismo cristal, dicha “realidad” dependía de quien la miraba.. Y yendo, aún, otro poco más allá, con el mismo cristal y el mismo observador, dicha “realidad” iba a depender de otras innumerables circunstancias, a veces , y en principio, imperceptibles o poco relevantes..

Hasta muy avanzada su primera juventud, Juan Luis, tozudo, apasionado en sus convicciones y amante convencido de la fuerza del racionalismo, se negó a admitir aquellas enseñanzas que parecía proponer aquel humilde caleidoscopio.. al menos, de forma generalizada y universal.. Muy al contrario, pensaba (o soñaba) que bastantes (e incluso muchas) realidades eran (o debían ser) tan evidentes y palmarias, que difícilmente podían escapar a una visión objetiva y compartida, para caer bajo el dominio de una aplastante y aleatoria subjetividad tan personal..

Hasta muy avanzada su segunda juventud, Juan Luis, tozudo, menos apasionado en sus convicciones y ya poco convencido de la función racionalizadora, llegó a admitir que sólo, quizás, algunas pocas “realidades” pueden ser susceptibles de ser objetivadas para ser compartidas.. la inmensa mayoría restante, parecían seguir, al pie de la letra, las enseñanzas de aquel lejano caleidoscopio..

Actualmente, Juan Luis, tozudo, bastante menos apasionado en sus convicciones y escéptico de la capacidad racionalista, admite que ninguna “realidad” es objetiva.. todas ellas forman parte de ese mundo tan subjetivo y aleatorio propuesto por aquel viejo caleidoscopio de su ya lejana niñez..
 
Todo esto me lo contaba Juan Luis, hace unos pocos días, mientras tomábamos unas copas a altas horas de la madrugada..

 Como ejemplo y motivo de sus palabras, Juan Luis me hablaba de la Navidad.. o mejor dicho, según él, de sus Navidades.. Las había vivido de todos los tipos y colores.. familiares, festivas, comprometidas y militantes, emotivas, amorosas, sexuales, alcohólicas, nostálgicas, felices, tristes, jubilosas, dolorosas, agobiantes y estresantes, tranquilas y relajadas.. “Como todo el mundo, supongo” -apostillaba él-. Es más, a veces, las mismas Navidades de algunos años, las vivió de múltiples maneras, dependiendo de esos pequeños cambios, con frecuencia, insignificantes e impredecibles.. como aquellos pequeños giros de aquel olvidado caleidoscopio..

Por todo ello, Juan Luis, hace años que decidió no planificar, ni proyectar, ni organizar, ni soñar sus Navidades..

Según me contaba, actualmente (y desde hacía tiempo), sus Navidades podrían definirse como una Navidad reflejada, en la que intentaba responder y contribuir en aquello que recibía y percibía de cuanto le rodeaba.. “igual -añadía Juan Luis- no es la opción más arriesgada, original o comprometida.. pero sí la forma más segura de poder compartir dichas fiestas.. !sobre todo en las formas!”  -sentenciaba para acabar.
 
En esta ocasión, y a diferencia de como casi siempre, casi que llegué a identificarme con Juan Luis (bué, supongo que las copas ayudaron lo suyo)..

Quizás me hubiera a atrevido a matizar que las Navidades no son, precisamente, un buen ejemplo de realidad susceptible de ser objetivada.. más bien todo lo contrario, como todo rito es un modelo ejemplar de “realidad” subjetiva.. !todo cabe y resulta posible en ella!.. igual que en nuestras más alocadas fantasías..
Quizás también me hubiera atrevido a matizar que, a veces (sólo a veces), algunos lo que esperan, desean (y hasta necesitan), no son sólo reflejos más o menos distorsionados de uno mismo.. 

No obstante, en esta ocasión, y sin tener muy claro por qué, no maticé nada.. es más, al calorcillo de las copas, hasta me comprometí con Juan Luis a compartir y poner en práctica sus conclusiones.. o al menos, a intentarlo por este año..


Como resultado de todo ello, por esta vez, y desde este rincón, no voy a desear a nadie mis mejores deseos.. ni a expresarle mis más sinceras felicitaciones.. sólo voy a desearos aquello que cada cual desee.. y sólo voy a expresaros aquellas felicitaciones que cada cual esté dispuesto a recibir.. y por los motivos que cada cual estime más oportuno..

En el fondo, pensándolo bien, no creo que se trate de ninguna propuesta original.. con mayor o menor convicción (y alguna que otra diferencia), es lo que hacen los reyesmagos para acertar y contentar con sus regalos.. o las mamás y papás para ganarse el cariño de sus hijos (y viceversa).. o los políticos y gobiernos para obtener la confianza de sus votantes (y viceversa).. o los famosos para conseguir el aplauso de sus seguidores (y viceversa).. o los medios de comunicación para conseguir aumentar su audiencia (y viceversa)..o l@s amantes para conseguir el favor de sus amad@s (y viceversa).. o hasta los mismísimos dioses para obtener la fidelidad de sus creyentes (y viceversa)..

En mi caso, y apuesto que también en el de Juan Luis, quizás sólo subrayar que estamos dispuestos a hacerlo de corazón.. y  sin esperar compensación alguna, a cambio..

(otra cosa bien diferente es que estemos más o menos acertados en el intento, che.. ejej)


..aah, que no se me olvida.. eso sí, besotes, míos y del JuanLu para todos.. navideños o no.. ejej

jueves, 4 de noviembre de 2010

PALABRAS

Hay quienes creen que nuestra existencia empieza cuando somos concebidos..
Hay quienes piensan que nuestra existencia comienza cuando somos paridos..
Y hay quienes consideran que nuestra existencia sólo es posible cuando alguien nos asigna y reconoce por una palabra, un nombre.. (da igual cual sea éste, el que aparece en el DNI, el de madre o padre, el de hij@, el de herman@, el de amad@, el de amig@ o el de enemig@..)
Desde hace mucho tiempo, creo haber optado por estar cerca de estos últimos..

No creo que haya sido sólo por la evidencia de que “nombrar” (asignar un nombre-palabra) a un individuo, como forma de incorporarlo e integrarlo a una realidad o a un grupo social, sea una costumbre ancestral que se remonta al principio de los tiempos.. Ni tampoco creo que sea sólo por la evidencia de que la inmensa mayoría de creencias hayan hecho suya esta costumbre ancestral, y la hayan convertido en ceremonia de iniciación y reconocimiento de sus miembros como portadores y deudores de una gracia divina (algunas van mucho más allá, y sitúan la Palabra/el Verbo, como origen de toda existencia y anterior a toda ella).. Ni tan siquiera creo que sea sólo porque importantes formas y corrientes del pensamiento humano consideren la Palabra condición esencial (y hasta imprescindible) de la existencia de cualquier ser (incluso la de los seres inanimados).. Ni por las múltiples evidencias de que cualquier nueva tecnología que surge, acaba doblegándose y doblegada ante la Palabra, para poder crecer y hasta subsistir..

Aún con todo ello, creo que mi decisión es, sobre todo, un sencillo acto de fe..
Siempre creí en la Palabra.. mucho más de lo que la Palabra creyó en mí..
Siempre confié en la Palabra.. bastante más de lo que ella confió en mí..
Siempre aposté por la Palabra.. aún a sabiendas de que ella, no apostaba tanto por mí..
Siempre arriesgué por la Palabra.. a pesar de que ella arriesgara bastante menos por mí..
Siempre amé la Palabra.. aunque, con frecuencia, no fuera igualmente correspondido por ella..

  

Y lo digo como amante, también, de la forma, de la imagen, del diseño, del dibujo, la pintura, la música.. porque creo que todas ellas son, o deberían ser, expresiones y lenguajes deudores de la Palabra..

Y es que la Palabra no sólo estructura el pensamiento… sino que también lo descubre y lo delata..
La Palabra no sólo expresa el sentimiento.. lo posibilita.. y hasta lo crea..
La Palabra… sobre todo la Palabra.. puede hacernos sentir más libres..
(y a veces, hasta consigue hacernos hace más libres)

Quizás por ello, hay tantos que renuncian a la Palabra y reniegan de ella.. tantas excusas para no usarla, racionarla y limitarla.. tantos que se afanan en desvirtuarla y desprestigiarla.. tantos intereses en reprimirla y acallarla.. tantos que se empeñan en utilizarla y manipularla, para imponerla y destruirla..

Y quizás, también, por ello, hay tantos que la anhelan y la reclaman.. tantos que apuestan y se arriesgan por ella.. para cuidarla y conservarla.. para soñarla.. y sobre todo, para compartirla..

Por todo ello.. y también, a pesar de todo ello.. seguiré amando la Palabra..
( incluso, y si es preciso, antes y por encima de los hechos )



miércoles, 20 de octubre de 2010

EL ALMA

“(La hija le preguntó a su padre),
-Papá, ¿donde guardas tu alma?
-A dieciséis millas de aquí, hay un árbol, (le responde el padre),
alrededor del árbol hay tigres y osos y escorpiones y serpientes,
en lo alto del árbol hay una serpiente enorme,
en su cabeza hay una pequeña jaula,
en la jaula hay un pájaro,
!mi alma es ese pájaro!”
(antiguo cuento hindú, recogido por J.G. Frazer, 1854-1941)

Dibujo de Walton Ford (1998)

Hace ya mucho que decidí situarme entre aquellos que creen que el alma del ser humano, no está en nuestro interior, sino que se encuentra alrededor nuestro.. y entre aquellos, por tanto, que creen que la construcción de ese alma, no es, sólo (ni sobre todo), una tarea individual, sino el resultado de un afán colectivo.

Como en todas las pocas cosas en las que creo, este acto de fe no responde a ningún convencimiento de que sea la opción más acertada.. y mucho menos, que sea la única y verdadera..
(eso implicaría que dejara de ser una opción.. y hasta que dejara de ser un acto de fe)

En este caso concreto, quizás me atrajo la idea (y hasta la experiencia), de que mi alma nunca me perteneció de forma exclusiva.. de que, para bien o para mal, mi alma es deudora del otro, de la historia, del tiempo.. y quien sabe de qué otras circunstancias..

Y quizás, también me atrajera la idea (y hasta la esperanza), de que el alma del otro nunca me resultase, del todo, ajena.. de que, para bien o para mal, ese alma del otro pudiera ser, también, deudora mía..
Es probable que, quienes así creemos, perdamos sensibilidad y percepción de nuestra propia alma individual.. incluso puede que relativicemos su existencia..
.. o quizás sólo cambiamos el lugar y la manera de buscarla, percibirla y construirla,
..!un poco más allá de nosotros mismos!.

viernes, 3 de septiembre de 2010

PROCESOS

Durante mis estudios de secundaria, tuve un buen profesor de matemáticas: D.Carlos. Después de casi 40 años, aún lo recuerdo con agradecimiento, y hasta con cariño. Tratándose de una asignatura como las matemáticas, este reconocimiento creo que adquiere un valor aún más relevante. En los exámenes, que hacíamos con regularidad, D.Carlos nos insistía que expusiéramos, de la manera más detallada y clara posible, el proceso que seguíamos para resolver los ejercicios, nos permitía usar libros y apuntes, y nos proporcionaba hojas aparte para realizar operaciones "en sucio"(en aquella época no usábamos ni calculadoras, porque casi nadie tenía).
Al principio, todos pensábamos que era una estrategia para tratar de evitar que nos copiáramos unos de otros (siempre resulta más fácil copiar un resultado que todo un proceso). Pronto nos dimos cuenta de que no era este el motivo (o al menos, no era el único ni el más importante). Nos convencimos de ello cuando comprobamos su peculiar modo de puntuar y valorar dichos ejercicios.. en la medida que le era posible seguirlo, aquel profesor puntuaba el proceso seguido por cada alumno en la resolución de cada ejercicio; la solución final era puntuada, por tanto, como el resto de las otras partes de dicho proceso (a veces, y para nuestra más absoluta incomprensión, con menor valor aún que éstas).
Ante nuestras continuas, y a veces airadas protestas, él nos ofrecía, tranquila y sosegadamente, una misma y única explicación: consideraba que el resultado final era, sólo, una parte más del proceso. Consideraba que dicho resultado dependía de múltiples y variados factores, a veces insignificantes, accidentales o poco relevantes para evaluar todo un camino más o menos largo y complejo (como un pequeño error en una operación, un cambio de signo o un fallo de memoria).. Y sobre todo, consideraba que era durante dicho proceso, dónde y cuándo el alumno demostraba sus conocimientos, su capacidad de aprendizaje, su esfuerzo, su comprensión o su razonamiento.
 
Hace unos 16 años, el hijo de unos amigos, cursaba su primer año de BUP. Buen estudiante y atraído e interesado, desde pequeño, por la estética y el arte, se planteaba hacia dónde orientar su inmediato y lejano futuro. Por la cercanía y el aprecio mutuo, me comentaron sus lógicas dudas al respecto. Por el aprecio y la cercanía mutua, invité a aquel joven a realizar, juntos, una tranquila, larga, entretenida y "poco sacrificada" tarea: dedicar algunas horas del largo período vacacional-veraniego, a levantar, construir y recrear, con maquetas, algunos proyectos de arquitectos reconocidos. No había metas, ni elaborados objetivos finales, ni premios o castigos.. sólo la posibilidad de acercarse a una realidad, el diseño y la arquitectura, conocerla un poco mejor a través de una actividad divertida e interesante, disfrutar, aprender, soñar un poco.. !y compartir algunos buenos ratos ¿trabajando?!... Aquel joven, de nombre Pablo, aceptó la invitación, por el aprecio, la cercanía y por su propia inquietud personal. Fue así como, durante varios veranos consecutivos dedicamos una parte de las vacaciones a este proceso de aprendizaje, creativo y compartido.. Seleccionábamos un proyecto, buscábamos una información básica del mismo, dibujábamos los planos a una escala apropiada y realizábamos un estudio de cada conjunto y de las partes que lo componían: desde la idea central del proyecto, hasta el diseño concreto de cada forma y los materiales utilizados en su construcción.. Por último, lo más interesante y atractivo, reconstruir y dar vida a cada uno de estos elementos, con materiales sencillos, económicos y al alcance de cualquiera (cartulinas, cartones, plásticos, maderas, pinturas, alambres, plastilinas, miniaturas..), en un proceso riguroso y detallado, pero creativo e imaginativo a la vez.. Creo que cumplimos, con creces, el principal y único objetivo de aquella tarea: aprender y disfrutar con el proceso y durante el proceso.. Quizás por ello, los resultados, en esta ocasión, quisieron acompañarnos.
En 1980, Umberto Eco publicaba "El nombre de la rosa", uno de los libros más leídos en aquellos años.. No era un best-seller al uso, más bien era un "tocho" de centenares y centenares de páginas, llenas de reflexiones y referencias históricas, sociales y culturales.. Ambientada en el siglo XIV (edad media) y articulada por la investigación de unos crímenes sucedidos en una cerrada y aislada abadía en los Alpes, la novela es, sobre todo, una exaltación del proceso y del camino, frente a las metas y los resultados finales.. La trama de intriga y misterio (ni compleja ni sorprendente), es sólo una excusa para realizar una extensa exposición y reflexión sobre numerosos aspectos: las costumbres y la mentalidad social, la pesada y abrumadora carga de las creencias, el brutal y absolutista poder, temporal y espiritual, de la Iglesia católica, los movimientos religiosos revolucionarios, la represión, la censura, el miedo, el monopolio y el secuestro del conocimiento y de la cultura, el fanatismo y la irracionalidad, el odio y el desprecio.. !Hasta una impresionante y detallada descripción de la concepción arquitectónica y estética de la abadía y de su biblioteca, como expresión y reflejo de la sociedad en la que suceden los hechos relatados!.. Supongo que muchos lectores de aquella novela, hicieron lo mismo que quienes, en 1986, perpetraron la película que lleva su mismo nombre: obviar, simplificar y eliminar todo este extenso contenido, hasta reducirlo a un simplón capítulo de CSI Las Vegas.. Incluso a ellos, me atrevería a recordarles las palabras de Guillermo de Baskerville (franciscano encargado de la investigación de los crímenes) a su discípulo Adso de Melk: "Lo importante en toda investigación, es el proceso seguido durante la misma.."
..Hace mucho que hemos mercantilizado nuestra vida:
la hemos reducido a un balance de cuentas, donde importan, sobre todo, las metas y resultados establecidos.. En función de éstos, realizamos valoraciones y divisiones simplificadoras, erróneas, injustas y bastante absurdas.. éxito o fracaso, ganador y perdedores, utilidad o carga prescindible, rentabilidad, beneficio..

No nos interesa mucho, ni nos preocupa en exceso, cómo se obtienen dichos resultados (ni a qué precio).. Mucho menos, nos interesa pensar en quienes no consiguen los resultados establecidos (ni en las causas, ni en las consecuencias)...
No me refiero sólo al mundo competitivo del deporte, o de la economía.. o al ámbito profesional y laboral.. o al de la formación y la enseñanza.. o al artístico.. También me refiero a otros muchos aspectos de nuestra vida, incluido, por supuesto, el ámbito más íntimo y personal: el de las relaciones humanas y afectivas..

Esta mercantilización simplificadora de la vida, siempre me ha parecido un tanto contradictoria y un mucho estúpida..
..porque, puestos a admitir metas, objetivos y resultados finales, !todos compartimos el mismo, y todos lo conocemos a la perfección!:
!criar malvas y engordar toda una legión de hermosos gusanos!

Mientras alcanzo dicha meta gloriosa y compartida, prefiero quedarme con la creencia y la esperanza de que aquel viejo profesor tuvo algo que ver con que me gustaran, y hasta se me dieran bien, las Matemáticas.. con la ilusión de que aquellos momentos veraniegos, construyendo maquetas, contribuyeron, en algo, a que hoy, Pablo disfrute ejerciendo como arquitecto.. y hasta con la increíble ilusión de que muchos lectores de "el nombre de la rosa", no sólo se mamaron la novela entera (o casi entera), sino que hasta la consideraron bastante más interesante que la película que lleva su mismo nombre..

"Stat rosa pristina nomine, nomina nuda tenemus”
("Ante nosotros se muestra la rosa, tan sólo su nombre tenemos")